El
miércoles, 24 de noviembre, el alumnado de 2º y 3º ESO del IES Valle de Aller asistió al teatro-cine
Carmen de Moreda para participar en la actividad propuesta por el Ayuntamiento
de Aller y el Centro Asesor de la Mujer de Aller y Lena, con el fin de conmemorar el 25 N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Todo el evento fue
traducido de forma simultánea a la lengua de signos.
Seguidamente, tuvo lugar la representación de la obra de la artista (actriz, poeta y cantante) Alba Gil, titulada “Mordiendo la Verdad”, que ganó la primera edición del premio "Escena contra la violencia sexista 2019" que convoca el Instituto Asturiano de la Juventud. En el monólogo, de alrededor de una hora de duración, nos sumergió en la realidad de la violencia contra las mujeres de una forma cruda y tierna a un tiempo, donde la música en directo tuvo un papel protagonista de la mano del guitarrista Carlos García Marrón, que acompañó en las canciones a la artista.
Por ejemplo, nos hizo darnos cuenta de la existencia de ese miedo al violento (que muchas veces llamamos inapropiadamente respeto), representado metafóricamente por una niña (que subida a la parra: símbolo de su atrevimiento a volar y ser libre) temía que al bajar su padre le diese la “hostia bendita”, es decir, ejerciese la violencia masculina, impune a la vista de la iglesia y de la sociedad, y heredada de generación en generación a lo largo de la historia, una historia hecha por los hombres y para los hombres. Una historia universal del hombre y no de la mujer, donde ellas tienen prohibido pensar, estudiar, hablar y se les ha privado del poder.
Compara esa violencia y el machismo con el fatídico cáncer. Al igual que esta enfermedad, la violencia contra las mujeres se extiende, y “esa violencia era el cáncer de la abuela” de esa niña, cáncer que se curó cuando murió el abuelo (es decir, cuando cesó la violencia de género).
Además, Alba, canta. Y a través de su melodiosa pero potente voz nos iba sugiriendo que no debemos callar, que debemos gritar, que el miedo no ha de sellar nuestras bocas y con ello silenciar el problema de la violencia de género, en el que a veces entramos sin darnos cuenta. De esta manera, animó a las mujeres a buscar su propia vida, a atreverse a contar su historia de violencia de género, e incluso a “atar a los violentos”.
Al final del monólogo se desarrolló un diálogo entre
la protagonista, el músico y el público para reflexionar sobre la obra y sobre el tema de la
misma.
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